Las plantas nacen (o mejor dicho, germinan), crecen y florecen. Sin embargo cada vez vemos menos flores en los espacios públicos, en los parques y jardines. Nos gustaría saber a qué responde este fenómeno, que al menos trataremos de abordar en esta nota.
¿Será que duran poco? ¿será que al hombre en general le molestan las flores? ¿será que a nadie le importa?…
La siguiente foto muestra un prao de diente: un terreno cubierto de especies herbáceas, dominado numéricamente por gramíneas (la hierba), y destinado al forrajeo de animales domésticos. En este caso, unas frisonas lo pastean habitualmente. Si hubiera más animales, o pasaran más tiempo comiendo en una zona concreta, seguramente veríamos sólo una superficie uniforme de hierba corta.
En este otro caso, por ejemplo, vemos un diseño de parque en una zona exterior de la ciudad, lindera a la ruta, cuyo mantenimiento se hace sencillo debido a que no es una zona transitada por peatones.
En contraposición a lo anterior, esta es una imagen digna de los amantes de las flores silvestres, y muestra claramente como la “naturaleza es sabia” y allí donde elige dar frutos y flores, todo lo embellece y enaltece.